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Revista Colombia Médica
Universidad del Valle - Facultad de Salud
ISSN: 0120-8322 EISSN: 1657-9534
Vol. 34, Num. 2, 2003, pp. 59-60

Revista Colombia Médica, Vol. 34, No. 2, 2003, pp. 59-60

EDITORIAL 

Alberto Pradilla, M.D.

Profesor Titular, Escuela de Salud Pública, Facultad de Salud, Universidad del Valle, Cali, Editor Invitado

Code Number: rc03010

Es frecuente la crítica hecha a la estadística por considerar los problemas que estudia en grupos; como el cuento, es una ciencia que puede comprobar que si dos individuos piden un pollo en un restaurante cada uno ha consumido la mitad, cuando en realidad sólo uno de ellos comió todo el pollo. Desde las primeras clases un estudiante de epidemiología aprende la necesidad de estratificar para conocer y neutralizar los sesgos y así no caer en los errores de la interpretación de la media aritmética, como representante de un grupo.

Es obvio para todos que los seres humanos, las sociedades y los países son diferentes entre sí. Aún dentro de una región en un país es posible ubicar grupos con diferentes idiomas, religiones, creencias y valores. Estas diferencias crean problemas para los investigadores, los planificadores y los políticos. Es muy fácil ignorar esas diferencias, dar a ellas un valor estadístico y pretender que la diversidad puede ser manejada ignorando las distribuciones de las variables en estudio por los diferentes estratos y entonces pretender dividir a los seres humanos o a las sociedades en grupos de conveniencia.

A pesar de esto en el mundo contemporáneo los países se clasifican así: o se es del “Primer Mundo, Industrializado, Desarrollado, Norte ”, o se pertenece al “Tercer Mundo, Subdesarrollado, En Desarrollo, Preindustrial, Sur”. Uno es generoso y sabio, ayudando a aquellos que no pueden ayudarse a sí mismos, y actuando en el sistema clásico padre-niño. El otro es corrupto, ineficiente e incapaz de reconocer sus problemas o utilizar las soluciones que el Primer Mundo ofrece. Las enfermedades en uno son de afluencia, en el otro de hambre. El tráfico de armas y drogas parece ser de gran perversidad en el Sur cuando es más o menos neutro en el Norte. Se inculpa al Tercer Mundo por los daños al medio ambiente que se generan en países del Primer Mundo.

Las fallas de programas diseñados y dirigidos por el Norte se deben a la incompetencia de la administración local del Sur; pero los éxitos se deben al donante. Como hemos aceptado ser tercermundistas, estamos actuando como tales aunque la evidencia muestre aspectos diferentes al estereotipo.

La transición demográfica y epidemiológica se ha reconocido desde hace varios años en los países de altos ingresos. Sin embargo, a pesar de la evidencia, sólo recientemente se comienza a reconocer que hay un proceso similar en países de ingresos medios y bajos encajonados en los mal llamados subdesarrollados. Existe aún cierta resistencia a creer que están ocurriendo cambios muy marcados en la alimentación y en los estilos de vida en países de ingresos medianos y bajos y que en países de ingresos altos se encuentren grupos de población en fases claras de transición.

La observación de los mapas que se presentan, muestran la proporción de niños menores de 5 años cuyo peso por edad se encuentra por debajo de -2 desviaciones estándar lo cual permite visualizar cómo los promedios regionales, de países, departamentos o ciudades ocultan una gran disparidad. Si como se sostiene en epidemiología, es necesario desagregar para poder planificar en forma apropiada no pueden existir programas globales para el tercer mundo, ni a nivel de país, departamento o ciudad. Si se colocan diferentes variables en los mapas podría observarse la misma disparidad entre los segmentos de una región o país.

En este número de Colombia Médica se presentan algunos artículos que muestran que en Cali, ciudad del Sur, los problemas nutricionales son más del tipo de riesgos del Norte. La maduración sexual sucede a una edad similar a los países del Norte. Los puntos de corte para diagnósticos de enfermedades nutricionales no parecen ser los adecuados. Las condiciones de vida de algunos países parecen aumentar el riesgo de enfermedad por el consumo de un alimento aunque no se presentan en otros que también lo consumen. Es decir, persiste la heterogeneidad de los diferentes estratos en que se desagregan las divisiones político-administrativas.

Alberto Pradilla, M.D.

Profesor Titular, Escuela de Salud Pública

Facultad de Salud, Universidad del Valle, Cali

Editor Invitado

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