Revista Colombia Médica, Vol. 36, No. 2, s1, 2005, pp. 29-31
Insuficiencia intestinal
Adriana Fernández,
M.D.
Jefa del Servicio de Nutrición y Dietoterapia,
Hospital de Niños Sor María Ludovico, La Plata
Recibido para
publicación diciembre 1, 2004
Aprobado para
publicación enero 28, 2005
Code Number: rc05026
RESUMEN
La insuficiencia intestinal es una entidad que
responde a diferentes etiologías; la más frecuente en
la infancia es el síndrome de intestino corto (SIC). Casi 90%
de los neonatos con resecciones masivas de intestino sobreviven,
siempre que se asegure un adecuado soporte nutricional. Alrededor de
80% de los neonatos con SIC lograrán una adaptación
definitiva según las características del intestino
restante. Es necesario que a estos pacientes lo supervisen
profesionales entrenados para evitar y controlar las complicaciones
asociadas.
Palabras clave: Insuficiencia
intestinal; Adaptación intestinal; Nutrición
parenteral.
SUMMARY
The intestinal failure is an entity produced by
different etiologies. The short bowel syndrome (SBS) is the most
frequent in children. Almost 90% of neonates with massive intestinal
resections survive if the adequate nutritional support is
implemented. The 80% of the neonates with SBS will reach a definitive
adaptation according to the remnant intestine. This group of patients
demands expert professionals to avoid and control the associated
complications.
Key words: Intestinal failure;
Intestinal adaptation; Parenteral nutrition.
La insuficiencia intestinal en pediatría
se puede definir como la reducción de las funciones
intestinales por debajo de las necesidades mínimas para la
digestión y absorción de nutrientes y fluidos
requeridos para el crecimiento1. Este concepto es en
la actualidad un tema de debate. Algunos autores sugieren definirla
con base en la energía que se pierde por las materias de
desecho (heces, orina) o bien por los requerimientos de
nutrición parenteral2.
La historia natural de esta insuficiencia
dependerá de la enfermedad de base. En pediatría se
consideran las infecciones gastrointestinales en los países en
desarrollo3 como la causa más frecuente de insuficiencia de
tipo transitorio y al síndrome de intestino corto, SIC, como
la causa más común de insuficiencia
permanente4. Sin embargo, un número creciente de
enfermedades5 se reconocen en la actualidad como responsables de esta
entidad: anormalidades estructurales del enterocito, alteraciones
inflamatorias, alergias alimentarias graves, enteropatías
autoinmunes y desórdenes severos de la motilidad intestinal
(enfermedad de Hirschsprung con segmento extendido,
pseudo-obstrucción crónica intestinal).
El SIC puede ser
congénito6, pero la causa principal es quirúrgica, y, en la
mayoría de los casos, de presentación neonatal. Hay
pocos datos sobre la incidencia de SIC neonatal. Wales y col.
publicaron en el 2004 la incidencia de SIC en la provincia de Ontario
Canadá, con una cifra de 22.1 sobre 1000 admisiones en terapia
intensiva neonatal7.
En la actualidad más de 90% de los
niños sobreviven a una resección extensa de intestino
que se hace durante el primer mes de vida8, pero esta posibilidad
se dará en la medida que se garantice un adecuado soporte
nutricional, que disminuya al mínimo sus complicaciones. Si
bien una asistencia nutricional adecuada ha de permitir la
adaptación intestinal de más de 80% de los casos de
SIC9,
dependerá de la extensión, funcionalidad y motilidad
del intestino remanente10.
En la actualidad se han aplicado diversas
terapéuticas en revisión, con el objeto de lograr una
adaptación intestinal en el menor tiempo posible para evitar
las complicaciones más temidas de la nutrición
parenteral: la pérdida de accesos venosos, las infecciones
severas y la enfermedad hepática asociada con el soporte
endovenoso. Tales terapias se pueden agrupar en métodos
quirúrgicos11 (válvulas intestinales, steps, técnicas
de elongación) o bien farmacológicos (hormona de
crecimiento, glutamina, GLP-2)12 pero, no hay
aún datos concluyentes para aplicarlas en forma
sistemática. Los niños que no logren su
adaptación serán candidatos al transplante
intestinal.
El manejo médico de estos niños
se basa en el suministro de una nutrición parenteral adecuada
para lograr un crecimiento y desarrollo normal, y en optimizar el uso
de nutrientes por vía entérica. La nutrición
parenteral ha modificado en forma dramática la sobrevida de
estos niños en las últimas
décadas13.
Se consideran tres fases en el tratamiento: la
primera en la etapa precoz de la resección con altas
pérdidas hidroelectrolíticas, la segunda en la que se
recuperan lentamente las funciones gastrointestinales en la medida
que se asegure el crecimiento lineal, y la tercera, la etapa de
autonomía del soporte nutricional cuando se alcance la
adaptación del intestino. Para lograr estos objetivos es
necesario que el soporte en la nutrición esté a cargo
de profesionales entrenados tanto en el manejo hospitalario como
domiciliario.
Una vez obtenido el destete de la
nutrición parenteral en crecimiento, se debe controlar
estrictamente sobre todo en las etapas de altos requerimientos como
la pubertad con especial atención en las alteraciones
metabólicas y el déficit de
micronutrientes14.
La completa adaptación que asegure un
crecimiento adecuado, sin soporte nutricional, requerirá por
lo menos 40 cm de intestino remanente por debajo del ligamento de
Treitz medidos en el momento de la resección15. La ausencia
de la
válvula ileocecal y la asociación de SIC con
resección colónica se han asociado con peor
pronóstico16. Algunos autores relacionan el tiempo para el
destete
de la nutrición parenteral con la presencia de la
válvula ileocecal, la conservación del colon y la
tolerancia de la vía entérica17. Infortunadamente los
niños que sobreviven a la etapa neonatal pero que se hacen
dependientes del soporte endovenoso desarrollarán una
enfermedad hepática grave.
La enfermedad hepática asociada con la
nutrición parenteral es una entidad de etiología no
bien clara en la que participan diversos factores propios de las
soluciones administradas: carencia o exceso de nutrientes,
contaminación de las fórmulas, o bien factores de
riesgo del paciente en tratamiento. En la población
pediátrica los factores principales son: prematurez,
cirugías, tiempo prolongado de ostomías, exceso de
desarrollo bacteriano, infecciones sistémicas, y las
dificultades en el empleo de la vía
entérica18.
A su vez, la enfermedad hepática
progresiva impedirá la adaptación completa, porque la
hipertensión portal y la derivación
porto-sistémica resultarán en marcada
malabsorción y mayor sobrecrecimiento bacteriano. Las
dificultades para crecer que tienen estos pacientes los transforman
en pobres candidatos al transplante, pues requerirán un
transplante combinado de hígado e intestino19. Por tanto, es
fundamental tomar todas las precauciones posibles para evitar el
desarrollo y progresión de la enfermedad hepática.
Otro aspecto importante para la sobrevida de
este grupo de niños es el cuidado de los accesos venosos. La
estricta vigilancia de las complicaciones infecciosas para un
tratamiento oportuno y el adecuado control del paciente en su
domicilio son estrategias básicas del cuidado. La
participación familiar en este cuidado ha dado muy buenos
resultados en distintas series.
Debido a los factores mencionados la
insuficiencia intestinal en pediatría la deben tratar grupos
expertos en soporte nutricional a largo plazo en el hospital y en los
domicilios, para asegurar así la sobrevida en casi todos los
niños; el destete del soporte endovenoso y, en los que sufren
insuficiencia permanente, una adecuada calidad de vida con menor
riesgo de complicaciones.
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