Revista Colombia Médica, Vol. 37, No. 1, Jan./Mar. 2006, pp. 83 - 85
Evaristo García Piedrahita: el
salubrista
Jesús Rico, Ph.D.* *
Sociólogo-Demógrafo, Profesor Titular Emérito
(j), Universidad del Valle, Cali, Colombia.
Recibido para publicación
diciembre 1, 2005
Aceptado para publicación enero 17, 2006
Code Number: rc06012
Médico, investigador, hombre
público. Nació en Cali el 17 de noviembre de 1845. Hizo
sus estudios de bachillerato en el Colegio de Santa Librada y luego
se trasladó a Bogotá donde recibió el titulo en
Medicina y Cirugía en la Universidad Nacional de Colombia en
1872. Ejerció por un tiempo su profesión de
médico y trabajó como profesor universitario en el
área de anatomía patológica. Viajó a
París y a Londres donde profundizó sus estudios. En sus
escritos se siente la influencia del medio europeo que hacia finales
del siglo XIX mostraba los efectos de la reforma sanitaria que dieron
origen a la concepción moderna de la salud pública y
que comenzó en Inglaterra como resultado del impacto de la
Revolución Industrial. Las ciudades crecieron y se
congestionaron por la migración rural hacia ellas, en busca de
mejores oportunidades de trabajo. Esta situación puso de
presente la insuficiencia en el suministro de agua, en el saneamiento
ambiental, en la disposición de excretas, así como la
contaminación y la proliferación de enfermedades
epidémicas y endémicas que dieron origen a la ley sobre
sanidad pública de 1842 en Inglaterra y sobre cuya base se
construyeron las ideas acerca de la administración de la salud
en la comunidad.
Por otra parte, en Francia había
alcanzado un gran desarrollo la bacteriología y la
inmunología gracias a los aportes de Louis Pasteur (1822-1895)
y a la teoría de los gérmenes que producen las
enfermedades infectocontagiosas, al descubrimiento de las vacunas y a
otros procesos que transformaron la práctica de la medicina y
la salud pública. En Alemania, Robert Koch (1843-1910) de la
Universidad de Göttingen había logrado, igualmente,
aislar los bacilos que producen la tuberculosis y el cólera.
Con los trabajos de estos grandes hombres y de otros
científicos se sentaron las bases para comprender la
naturaleza biológica y social de las enfermedades
infectocontagiosas y sus causas y así poder desarrollar las
ciencias sanitarias o de salud pública.
El Dr. Evaristo entró en contacto con
los miembros de la Academia de Medicina de Francia a través de
su profesor y amigo el excelente clínico Jean Martin Charcot
(1825-1893) profesor de anatomía patológica en la
Universidad de Paris, donde hizo una exposición sobre la
«lepra mutilante» enfermedad que había observado en
Colombia. La influencia europea en su formación se puede
inferir en las expresiones de preocupación que
manifestó abiertamente en diversas ocasiones por la salud
pública de los campesinos y citadinos de la comarca
vallecaucana en su calidad de hombre público. En 1877 regresa
a Cali donde permaneció hasta el día de su muerte el 19
de junio de 1921. Su interés por los problemas sociales y de
salud de la población motivó gran parte de su trabajo y
de sus investigaciones.
A finales del siglo XIX la población del
Departamento del Cauca (lo que hoy son los departamentos del Valle y
del Cauca) era aproximadamente de 645.000 habitantes (1898) de los
cuales un poco más de 75% residían en las áreas
rurales y solamente 25% o menos habitaban las pequeñas
ciudades de Cali, Buga y Popayán que no pasaban de 25.000
habitantes cada una. El crecimiento poblacional era lento como
resultado de las altas tasas de mortalidad y de fecundidad. El estilo
de vida era rural con actividades centradas principalmente en la
agricultura, la ganadería, y el comercio local. El promedio de
vida al nacer en las pequeñas ciudades no sobrepasaba los 45
años. La estructura de la morbilidad en Cali se caracterizaba
por las altas prevalencias e incidencia de la «anemia tropical,
el paludismo, epidemias de gripe o dengue, disentería,
colerines estivales, coqueluche y fiebres eruptivas». En
contraste con este panorama de alta mortalidad infantil y de los
adultos el Dr. Evaristo vivió hasta la edad de 76 años
y de su matrimonio con doña María Josefa Vásquez
Cobo nacieron 15 hijos (dos fallecieron en edades tempranas antes de
cumplir los cinco años) de donde resulta una gran cantidad de
descendientes directos entre los cuales existen aún algunos
nietos, una gran cantidad de bisnietos y algunos tataranietos.
En su práctica médica
realizó investigaciones sobre las principales enfermedades que
afectaban a la población urbana y campesina, principalmente
enfermedades infectocontagiosas, las diarreas, la lepra, el
paludismo, el dengue, la fiebre tifoidea, el sarampión, la
gripe o influenza y otras enfermedades respiratorias, el
cólera, el herpes y la elefantiasis árabe y la
malnutrición. Hizo una brillante investigación
epidemiológica sobre la presencia de beriberi en la
región de Buenaventura (1887) y determinó la naturaleza
biológica y social de la enfermedad, sus causas y
síntomas, diagnóstico y tratamiento, no sólo por
el interés científico sino con la intención de
prevenir a las autoridades sanitarias en Buenaventura para
«revisar los sacos de arroz y rechazar para el uso los que
presenten esos granos opacos, que se desmoronan a la presión
entre los dedos, y que tengan señales de un principio de
avería». El arroz alterado que provenía del
exterior contenía el bacillus beriberico que era la causa de
esa dolencia parasitaria.
En el estudio sobre la «Elefantiasis de
los Árabes» (1894) deja ver claramente su
inclinación por la salud pública al deducir la
«importancia de los progresos de la higiene pública, el
uso de las aguas depuradas, de las mejoras en las casas de
habitación, en los campos y en otras condiciones de la vida
social, para poder disminuir las causas de la Elefantiasis en los
climas calientes».
En relación con los ofidios venenosos
del Cauca y los gusanos urticantes desarrolló una
casuística documentada y aplicó rigurosamente el
método científico. No es por curiosidad o por capricho
exótico de un naturalista que realiza uno de los estudios
más interesantes que se han hecho sobre estos animales. Los
accidentes por mordedura de culebras y serpientes venenosas y las
picaduras de gusanos urticantes eran muy frecuentes entre los
habitantes de las diferentes áreas del Cauca Grande, hasta
causar en ocasiones la muerte o incapacidades para el normal
desarrollo del trabajo, principalmente de las labores en las
áreas agrícolas y ganaderas, o en los predios
selváticos que estaban siendo despejados. Describe cada
especie, analiza sus hábitos y proporciona información
a los habitantes de las tierras sobre los lugares donde se pueden
encontrar con mayor frecuencia para evitarlos. También produce
información de los diferentes tratamientos que pueden
aplicarse, y reconoce la necesidad de que la medicina preste
atención a los métodos empíricos preconizados
por los curanderos. El Dr. Evaristo describe su acercamiento
científico de la siguiente manera:
«El vulgo, inclinado siempre a lo
maravilloso, acepta como verdades incontrovertibles las impresiones
de los sentidos, por absurdos que parezcan los hechos mal observados.
Basta la coincidencia de los fenómenos, para admitir entre
ellos relaciones de causas invariables. El hombre pensador comienza
por dudar de los hechos e investiga la verdad por medio del estudio,
la observación y la experimentación; el vulgo comienza
por creer las relaciones fantásticas, de un modo tan
obstinado, que en ocasiones es mejor no discutir con
él.»
Reconoce sin embargo, la importancia de
incorporar a la ciencia el conocimiento de los empíricos. Dice
el Dr. Evaristo:
«Hemos logrado adquirir, a fuerza de
instancias repetidas, el conocimiento de algunos secretos de afamados
curanderos del Cauca, junto con el de las plantas o sustancias
empleadas por ellos como contravenenos. En muchos casos de
curación sobre personas conocidas en estas comarcas, hemos
comprobado la verdad por medio de investigaciones personales, de modo
que no quede duda en nuestro ánimo; y en otros hemos visto
administrar, con éxito feliz, las pociones que aquellos
propinan a los pacientes.»... «No dudamos que el
conocimiento de los métodos empíricos nos
conducirá a la adopción de nuevos métodos
racionales para combatir los síntomas alarmantes del
envenenamiento por mordeduras de reptiles.»
Su trabajo sobre «El Plátano»
(Importancia del estudio del plátano en Colombia y
particularmente en el Cauca, 1898) es sencillamente espectacular como
se diría hoy. Es una obra en la cual se ven las
múltiples facetas del Dr. Evaristo como médico,
historiador, botánico, químico, nutricionista,
comerciante, investigador, y «chef de cuisine». Desde el
punto de vista de la botánica describe los diferentes
caracteres del plátano, sus orígenes y controversias,
las opiniones del sabio Humboldt sobre su riqueza alimenticia y
extensión de su cultivo en las Américas y otros
continentes. Explica con gran detalle cómo se cultiva el
plátano y se detiene con brillantez en la
«bromatología del plátano», su
composición química y su consumo como alimento para los
niños de pecho (harina de plátano), para los adultos en
diversas formas y como medicamento para muchos males del
estómago, la disentería, diarreas, gastralgias y
dispepsias.
«En el Valle del Cauca se sirve
diariamente el sancocho, plato alimenticio y de buen caldo cuando
está bien preparado. Para hacer un buen sancocho, se pone a
hervir en dos o tres litros de agua, un trozo de hueso espongioso de
res y pedazos de carne gorda, que en su conjunto pesen de 400 a 500
gramos. Poco a poco y a fuego lento, el agua caliente reblandece la
carne en la olla de barro; se le agrega entonces el plátano
hecho pedazos con la pulpa de los dedos y después de haber
lavado el fruto desnudo en agua fría para quitarle la mancha
astringente de la cáscara; se añaden además
trozos de yuca y de uyama o zapallo. Se le pone desde el principio la
sal, en cantidad suficiente para darle sabor al caldo y algunos otros
condimentos excitantes, como las cebollas, perejil o culantro. Se
cuida de remover constantemente el contenido de la olla durante el
hervor para que no se impregne del olor empireumático. El agua
hirviendo se evapora hasta que el mucílago le da cierta
densidad fluida al caldo y los pedazos de plátano
reblandecidos se ponen tiernos por la acción del fuego y
forman los cocidos. De esta manera el sancocho es un alimento
completo y de buena digestión.»
Entre las diferentes clases de sancochos se
pueden mencionar el sancocho vaquero con carne seca, el de guineo
verde, el sancocho de pescado y otros. Menciona los múltiples
usos de la culinaria del plátano como las tostadas fritas, los
patacones, el plátano maduro asado, el plátano verde
entero asado en el horno, las tajadas de plátano maduro
fritas, etc. La fermentación del plátano para la
obtención de vinagre, y la preparación de
licores.
Otro trabajo muy interesante publicado en 1915
describe la climatología de algunas regiones de Colombia con
referencia especial a la región del Chocó y de las
costas del mar Pacífico. Presenta estudios detallados del
Valle del Cauca relativos a la agricultura, industrias, comercio e
higiene de las comarcas beneficiadas por la construcción del
ferrocarril del Pacífico y la apertura del canal de
Panamá. Entre los productos más importantes del Valle
del Cauca menciona la ganadería con ganado vacuno, caballar,
mular y de cerda. La agricultura con la producción de cacao,
caña de azúcar, arroz, maíz, plátanos,
frutas y legumbres. Analiza detenidamente el cacaotero, el
café, y la caña de azúcar. De pronto y de una
manera atrevida podría decirse que la conclusión
más importante de este trabajo es la propuesta que hace el Dr.
Evaristo al gobierno departamental de establecer una escuela-hacienda
cuyo objetivo sea la enseñanza del cultivo de las plantas
tropicales y crianza de los animales que forman la riqueza de nuestro
país. Aprenderían los alumnos a sembrar con sus propias
manos con las reglas de la agricultura, seleccionar las razas de
animales y aprender el tratamiento veterinario para las enfermedades.
Después de tres años de aprendizaje los alumnos
podrían generalizar los conocimientos adquiridos que
harían abandonar los métodos empíricos y
primitivos de nuestros agricultores.
Indiscutiblemente, fue un hombre
público, miembro de la pequeña burguesía
caleña de su época, ferviente orador y aferrado a las
ideas liberales. Sus preocupaciones por el mejoramiento de la calidad
de vida de los habitantes de la ciudad lo llevó a la
participación política como cabildante (Presidente del
Concejo de Cali, 1889) desde donde propuso conjuntamente con otros
ilustres vallecaucanos mejorar el abastecimiento de agua para los
habitantes de Cali, el desarrollo de un sistema de alcantarillas
apropiado para el manejo de las aguas servidas y el embellecimiento
de la plaza mayor y su encerramiento para evitar el deterioro
producido por los animales. Propuso la construcción de una
plaza de mercado o galería a pocas cuadras de la plaza mayor
para facilitar la comercialización de los productos y la
construcción de un tranvía hacia el río Cauca
que estaba a una distancia de 5 kilómetros de la ciudad.
«La ciudad cuenta con dos hermosos templos y ocho capillas,
edificios públicos, plazas, parques, fuentes públicas,
hoteles, imprentas, periódicos, club y planta
eléctrica. Existen en la ciudad treinta y nueve
establecimientos de instrucción pública donde reciben
educación tres mil novecientos treinta y dos alumnos
matriculados». Participó en el manejo de la
educación de su ciudad como rector del Colegio de Santa
Librada e impulsó la creación de agrupaciones
científicas como la Sociedad de Medicina del Cauca y fue
miembro, asistente y ponente de sus trabajos científicos en
las Academias de Medicina de Bogotá, Medellín y
Cartagena. Presentó las propuestas iniciales para la
creación de la Facultad de Agronomía en la ciudad de
Palmira, hoy una de las sedes de la Universidad Nacional de Colombia.
Participó en la Asamblea Nacional constituyente y legislativa
de 1907, y firmó en representación del Departamento del
Cauca la reforma constitucional de 1907.
«Procuraremos la apertura de los caminos
que nos pongan en comunicación con el mar, la mejora de las
vías internas que faciliten el comercio de las ciudades entre
sí y la concurrencia de los campesinos a los mercados, para
crear necesidades de pueblos civilizados, como el saneamiento de los
terrenos malsanos, la construcción moderna e higiénica
de habitaciones cómodas, los vestidos mejor confeccionados
para el abrigo y la decencia, los alimentos mejor preparados, la
aplicación de los motores de vapor o eléctricos para
beneficio de las haciendas, la educación en el sentido moral e
intelectual de las masas populares, y entonces el comercio y las
industrias progresarán proporcionalmente y levantarán
el país a un grado de civilización que haga más
agradable la vida.»
Murió en Cali el 19 de junio de 1921.
Para mantener su memoria la Asamblea Departamental por medio de la
ordenanza 58 del 25 de junio de 1942 dispuso que el Hospital
Universitario del Valle llevara su nombre. La Fundación
Evaristo García, institución sin ánimo de lucro,
conformada por sus descendientes tiene como objetivo principal la
realización de actividades que sirvan para mantener y exaltar
la memoria de este ilustre vallecaucano.
Santiago de Cali, noviembre 5 de
2005
- En el día del relanzamiento del
libro Escritos Escogidos
del Dr. Evaristo García
Piedrahita
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