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Revista Colombia Médica
Universidad del Valle - Facultad de Salud
ISSN: 0120-8322 EISSN: 1657-9534
Vol. 37, Num. 3, 2006, pp. 223-227

Revista Colombia Médica, Vol. 37, No. 3 , Jul./Sept. 2006, pp. 223-227

Inequidad, pobreza y salud

Inequity, poverty and health

Armando Cortés, M.D.*

* Profesor Titular y Jefe del Departamento de Patología, Escuela de Medicina, Facultad de Salud, Universidad del Valle, Cali, Colombia. e-mail: acortes59@gmail.com

Recibido para publicación junio 9, 2006 Aceptado para publicación junio 15, 2006

Code Number: rc06048

RESUMEN

Una de las mayores barreras para reducir la pobreza es la inequidad distributiva de la riqueza. La sociedad colombiana es pobre, presenta una distribución desigual del ingreso y crece poco. Catorce millones de colombianos sobreviven con menos de dos dólares diarios. En total, 64 de cada 100 colombianos están en el «umbral» de pobreza. Si Colombia quiere tener prosperidad y justicia social, requiere atender la equidad entre sus zonas rurales y urbanas, entre sus regiones, entre grupos étnicos y entre hombres y mujeres en aspectos como el acceso a la educación, la propiedad de la tierra y la distribución del ingreso. El crecimiento económico requiere no sólo individuos sanos, sino también educación y otras inversiones complementarias, una adecuada división del trabajo entre los sectores públicos y privados, un buen funcionamiento de los mercados, una gestión pública adecuada y acuerdos institucionales que impulsen los avances tecnológicos. Nuevos estudios sugieren que el estrés de ser pobre tiene una peligrosa influencia en la salud. Las personas de estrato socio-económico bajo tienen dramáticamente más riesgo de enfermar y expectativa de vida más corta. Hay una fuerte asociación entre inequidad en los ingresos, pobre salud y bajo capital social. Un alto grado de inequidad en los ingresos lleva a un bajo nivel de confianza y soporte, lo cual incrementa el estrés y peligros para la salud. Existe una inmensa responsabilidad de los países ricos en el cumplimiento de las metas de reducción de la pobreza y mejora de las condiciones de vida en el mundo. La mayoría de las muertes son evitables y hay que abordar las causas estructurales de la pobreza y la desigualdad. Hay capacidad y recursos suficientes en el mundo para erradicar el hambre y la pobreza y promover el desarrollo económico sustentable con justicia social.

Palabras clave: Salud; Pobreza; Inequidad; Desarrollo humano.

SUMMARY

One of the biggest barriers to reduce the poverty is the distributive inequity of the wealth. The Colombian society is poor, it presents an unequal distribution of the entrance and it grows a little. Fourteen million Colombians survive with less than two daily dollars. In total, 64 of each 100 Colombians are in the «threshold» of poverty. If Colombia wants to have prosperity and social justice, is requires to assist the justness among its rural and urban areas, among its regions, among ethnic groups and between men and women in aspects like the access to the education, the property of the earth and the distribution of income. The economic growth not only requires healthy individuals, but also education and other complementary investments, an appropriate division of the work among the public sectors and private, a good operation of the markets, an appropriate public administration and institutional agreements that impel the technological advances. New studies suggest that the stress of being poor has a dangerous influence in the health. People of socioeconomic stratum low they have dramatically more risk of making sick and expectation of shorter life. There is a strong association among inequity in the revenues, poor health and low capital stock. A high inequity grade in the revenues takes to a confidential low-level and support, that which increases the stress and dangers for the health. An immense responsibility of the rich countries exists in the execution of the goals of reduction of the poverty and improvement of the conditions of life in the world. Most of the deaths are avoidable and it is necessary to approach the structural causes of the poverty and the inequality. There are capacity and enough resources in the world to eradicate the hunger and the poverty and to promote the sustainable economic development with social justice.

Key words: Poverty; Health; Inequity; Human development.

Actualmente la población mundial oscila alrededor de 6 mil millones de personas y se estima que para dentro de 15 años será de 9 mil millones. Casi 97% de este crecimiento tiene lugar en partes del mundo que no se pueden dar el lujo de crecer. África aporta 25% del aumento de la población mundial este año. Este crecimiento acelerado genera presiones enormes sobre aspectos de la vida humana; desde los ecológicos hasta la seguridad alimentaria, la disponibilidad de recursos no renovables, la pérdida de los bosques por el aumento de la frontera agrícola y con ello la disminución de las fuentes de agua, la urbanización del planeta, el calentamiento global, el retorno de enfermedades endémicas y la aparición de nuevas, el envejecimiento de la población, etc.

Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) las variables fundamentales para medir y controlar el desarrollo humano, son: la expectativa de vida al nacer (salud), nivel de conocimiento (educación) y el poder adquisitivo del Producto Bruto Nacional (PBN), es decir, poder para comprar bienes de consumo y satisfacer las necesidades básicas. En el Índice de Desarrollo Humano (IDH) Colombia ha mejorado. En el año 2003, mejoró sus cifras de cobertura de educación y salud e incrementó el ingreso per cápita de sus habitantes con respecto al año 2002. Esto permitió pasar del puesto 77 al 69 y, así, acercarnos a Noruega, y alejarnos de Nigeria, que es el último, el 177.

Sin embargo, preocupa en especial un lugar deshonroso, el undécimo, entre los países con peor distribución del ingreso (entre 124 naciones), el ingreso de un rico equivale a lo que reciben 58 personas pobres de Colombia, mientras en Dinamarca y Japón equivale a 24.7 y 24.9 respectivamente. Además, catorce millones de colombianos sobreviven con menos de dos dólares diarios. En total, 64 de cada 100 colombianos estarían en el «umbral» de pobreza y algunas regiones padecen niveles casi africanos, como el Chocó.

Una de las mayores talanqueras para reducir la pobreza es la inequidad distributiva de la riqueza. La sociedad colombiana es pobre, presenta una distribución desigual del ingreso y crece poco. La distribución del ingreso se ha empeorado. Es probable que una mejor distribución del ingreso entre los colombianos facilite el crecimiento económico, que sólo es posible con una base institucional confiable, una política macroeconómica estable enfocada para el desarrollo individual.

La cuestión no es sólo de pobreza; es de inequidad. La mitad de la población del planeta sobrevive con menos de dos dólares diarios y 75% de las riquezas se concentran en 4% de la población. Las 500 personas más ricas del mundo tienen ingresos superiores a los 416 millones más pobres; la inversión anual contra el sida equivale a tres días de gasto militar; un japonés es joven a los 75 años (vida promedio, 82 años), pero un suazilandés es viejo a los 25 (vida promedio, 32 años). Una de cada cinco personas (más de 1,000 millones) vive con menos de un dólar al día y otros 1,500 millones con uno o dos dólares al día. Es decir, más de 40% de la población mundial afronta cada día su supervivencia.

La desigualdad persiste por cinco causa principales:

  1. Acceso a la educación. El nivel de ingreso se asocia en gran medida con la profundidad de la escolarización, no es tener simplemente acceso a la educación básica y también preocupa la calidad;
  2. Empleo y remuneración de trabajadores calificados y no calificados. Tratar que el máximo de la población tenga las competencias y conocimientos suficientes para acceder a mayores salarios.
  3. Ingreso familiar. Se ve menguado por el mayor número de hijos en núcleos de estrato bajo. Hay que reforzar los programas oficiales de planificación familiar que han perdido dinámica en los últimos años.
  4. El estado no debe continuar promoviendo la desigualdad. A pesar de que el gasto público es excesivo y crece, no se orienta a los programa de mayor impacto. Las políticas tributarias desenfocadas y llenas de excepciones que favorecen precisamente a los que menos las necesitan.
  5. Restringido acceso al sistema financiero y la falta de profundidad de los mercados, perpetúa la desigualdad; los microempresarios no son tenidos en cuenta por los mercados financieros.

La ruta más expedita para salir de la pobreza es el desarrollo humano. Se debe crear un ambiente propicio para que las personas puedan explotar todo su potencial y contar con una oportunidad razonable para tener una vida productiva y creativa conforme a sus necesidades y posibilidades. Para impulsar el desarrollo humano debe haber acceso a servicios de salud y educación de buena calidad. Hasta que no se amplíe significativamente la cobertura y hasta que no se eleve su calidad, no vale la pena distraerse en formas más avanzadas del desarrollo humano. Si los gobiernos y la sociedad en general, no hacen un esfuerzo masivo y sostenido en favor de quienes viven en condiciones infrahumanas, será mucho más difícil y lento el avance del desarrollo humano de quienes viven en mejores condiciones. Si Colombia quiere tener prosperidad y justicia social en el futuro, requiere atender específicamente ciertos aspectos de la equidad entre sus zonas rurales y urbanas, entre sus regiones, entre grupos étnicos y entre hombres y mujeres en aspectos como el acceso a la educación, a la propiedad de la tierra y la distribución del ingreso.

De los 6 mil millones de habitantes sólo 10% viven bien, con altos ingresos anuales per cápita y utilizando los beneficios culturales y tecnológicos alcanzados por el hombre. Hoy, mil millones de personas viven con menos de un dólar al día y 840 millones padecen de hambre y desnutrición. Aunque desde 1990 han salido 130 millones de personas de la pobreza extrema, y se han reducido en 2 millones anuales las muertes infantiles, hay 20 millones de niños más en la escuela y la esperanza promedio de vida subió de 59.9 años (1975) a 67.1. El mundo está mal, 2,600 millones de personas carecen de agua potable y servicios sanitarios y 2,000 millones no tienen energía eléctrica; 2,500 millones (40% de la población mundial) viven con menos de dos dólares al día, 115 millones de menores permanecen sin escolarizar. Es cruel que el hambre mate a 24,000 personas por día y 11 niños por minuto. En América Latina hay 224 millones de pobres y 100 millones de personas en la miseria total. El comportamiento regional es diferenciado, muy malo en el África sub-sahariana y estancado en América Latina, una región que tampoco ha mejorado en forma apreciable su crecimiento. Ello resalta el estrecho nexo que existe entre crecimiento y disminución de la pobreza.

Casi dos de cada tres colombianos son pobres (ingreso familiar menor de un millón de pesos mensuales, 4.5 personas por familia). Casi siete millones tienen ingresos diarios inferiores al equivalente de un dólar (lo cual hace que vivan en la miseria; indigentes, ingreso familiar menor de 400,000 pesos mensuales, 4.5 personas por familia). Colombia tuvo una tasa de pobreza de 64% en 1999, en 1978 era de 80%. Se puede decir que ha habido una mejora. Sin embargo, en 1999 el porcentaje de la población que vivía en condiciones de pobreza era más alto que en 1995, debido a la recesión que desde finales del decenio anterior ha afectado a la economía colombiana y que tiene una mayor incidencia en los estratos más pobres. La situación en el sector rural es peor que el promedio. A pesar de que los índices muestran una mejoría, nadie puede estar contento con la situación.

En América Latina sólo Chile ha logrado cumplir con los objetivos del desarrollo del milenio planteados en 1990 y cuya meta es lograr reducir a la mitad la pobreza hacia el año 2015. América Latina y el Caribe en su conjunto difícilmente alcanzarán esa meta. Se ha progresado de manera satisfactoria en la reducción del hambre y se ha podido reducir la desnutrición infantil en 14 países; sin embargo, hay serios problemas con la desnutrición crónica. La tasa global de desnutrición crónica es 13.5%.

Según la encuesta de salud sexual y reproductiva de PROFAMILIA del año 2005, la sociedad colombiana ha cambiado radicalmente en los últimos 50 años. Con descenso de la tasa global de fecundidad de 6.8 a 2.4, el de mortalidad bruta de 16.7 a 5.5 y el de mortalidad infantil de 123.2 a 25.6 (aún vergonzosa). La esperanza de vida de los colombianos aumentó de 50.6 a 72.2 años. Pero las diferencias regionales y entre estratos sociales también son vergonzosas. La mortalidad en el Chocó es tan alta que parece africana. Hay 10 puntos de diferencia entre la mortalidad infantil urbana y la rural. El problema de desnutrición infantil (menores de 5 años) continúa sin recibir atención; 12% de los niños sufren desnutrición crónica.

La Comisión sobre Macroeconomía y Salud de la OMS señala que las reformas del mercado por sí misma no eliminan la pobreza o generan el crecimiento económico, si antes no se han mejorado sustancialmente los índices de salud de la población. Se ha visto que aquellos países que invierten para lograr un gran mejoramiento en la salud pública, han acelerado su proceso de desarrollo económico. En términos económicos, la salud y la educación son los dos pilares angulares del capital humano, y son la base de la productividad económica del individuo. La buena salud de la población es un factor esencial para la reducción de la pobreza, el crecimiento económico y el desarrollo económico a largo plazo. Los datos macroeconómicos confirman que los países con peores condiciones de salud y educación tienen muchas más dificultades para obtener un crecimiento sostenido.

Una de las conclusiones a la que llegó la Comisión, es que un número reducido de afecciones son responsables de una elevada proporción de las muertes. En 1998, las enfermedades transmisibles, las afecciones maternas y perinatales, las infecciones de la infancia, las enfermedades relacionadas con el tabaco y las carencias nutricionales causaron 16 millones de defunciones. Del medio millón de mujeres que fallecen anualmente durante el embarazo o el parto, 99% viven en los países en desarrollo.

La morbilidad tiene una gran repercusión en la sociedad. Las enfermedades imponen a la sociedad costos que van más allá de los soportados por los individuos y las familias afectadas directamente. Una alta carga de morbilidad genera una importante rotación de la fuerza de trabajo y reduce la rentabilidad de las empresas en mayor medida que los efectos directos sobre la productividad individual del trabajador. Reducen el turismo, bloquean inversiones o impiden una utilización económica eficaz de la tierra cultivable.

El aumento del gasto que se recomienda para erradicar la pobreza y mejorar la salud es grande, pero lo son también los beneficios potenciales. Parte de los fondos deberían destinarse a inversiones, que se deben centrar en la investigación de nuevos fármacos, vacunas y medios diagnósticos de las enfermedades prevalentes en los pobres. Se debe obtener un descenso coherente y predecible de los precios de los medicamentos, ya sea, mediante precios de acuerdo con el país consumidor para determinados productos y enfatizar la política de genéricos.

La mejoría de la salud de los pobres del mundo no sólo es una meta por derecho propio, sino que puede actuar como un importante catalizador del desarrollo económico y de la reducción de la pobreza. El crecimiento económico requiere no sólo individuos sanos, sino también educación y otras inversiones complementarias, una adecuada división del trabajo entre los sectores públicos y privados, buen funcionamiento de los mercados, una gestión pública adecuada y acuerdos institucionales que impulsen los avances tecnológicos.

Los nuevos estudios sugieren que el estrés de ser pobre tiene una peligrosa influencia en la salud, no es un simple fenómeno estadístico; cuando se comparan los estados socioeconómicos altos y bajos (ingresos, ocupación, educación y condiciones de la vivienda), el riesgo de algunas enfermedades es 10 veces mayor. Las personas de estrato socioeconómico bajo tienen dramáticamente más riesgo de enfermar y más corta expectativa de vida que las personas de estrato socioeconómico alto. Las explicaciones convencionales de no tener el mismo acceso al cuidado de la salud o de baja calidad y una mayor incidencia de estilos de vida peligrosos como el hábito de fumar y la obesidad, no explican las discrepancias.

El estrés psicosocial asociado con la pobreza puede incrementar los riesgos de muchas enfermedades. El estrés crónico inducido por vivir como pobre, cercano a la violencia, por ejemplo, puede acrecentar la susceptibilidad a enfermedades cardiovasculares, depresión y diabetes. Algunos investigadores enfatizan que el sentirse pobre, potencia un mayor estrés. El riesgo de enfermedades asociadas con el estrés se aumenta si al individuo le falta soporte social, no tiene salida para sus frustraciones y siente que su situación puede agravarse. El cuerpo humano responde al estrés agudo con alteraciones físicas. Se moviliza el sistema circulatorio, nervioso e inmune mientras el sistema digestivo y reproductivo se suprime. Si el estrés es crónico, la continua repetición de esta respuesta puede causar más daño, como alteración de la memoria, aumento del riesgo de depresión, deterioro de la respuesta inmune; alza de la presión sanguínea y alto riesgo de enfermedad cardiovascular, altos niveles de hormonas y pobre recuperación del estrés agudo, alto riesgo de infertilidad y abortos.

El «sentirse» pobre afecta la salud y predice un patrón de función cardiovascular, función metabólica, incidencia de obesidad y nivel de hormonas de estrés. La inequidad en los ingresos parece exacerbar el estrés de la pobreza. Cuando las diferencias entre ricos y pobres crecen, el soporte típicamente está menos disponible y las frustraciones de la pobreza se intensifican.

El capital social, se refiere al nivel de confianza y eficacia de una comunidad, es decir, las personas confían en los otros y ayudan a los otros, que tantas organizaciones de personas existen. Un bajo capital social predice una mala salud, deficiencias de auto-cuidado de la salud y altas tasas de mortalidad. Hay una fuerte asociación entre inequidad en los ingresos, pobre salud y capital social. Un alto grado de inequidad en los ingresos lleva a un bajo nivel de confianza y de apoyo, lo que extiende el estrés y los peligros para la salud.

Detrás de los buenos y malos resultados yacen determinaciones políticas y económicas, compromisos, voluntades, gobiernos que deciden. Si el gasto mundial en armas y guerras es 10 veces superior a la ayuda que se presta a los países más necesitados es porque alguien lo quiere así. Si los países ricos aportan sólo 0.25% de su PIB a los países pobres y no 0.75% pactado, es porque falta la voluntad de hacerlo. Existe una inmensa responsabilidad de los países ricos en el cumplimiento de las metas de reducción de la pobreza y mejora de las condiciones de vida en el mundo. Casi todas las muertes son evitables y hay que abordar las causas estructurales de la pobreza y la desigualdad. Los países en desarrollo tienen su parte de responsabilidad.

Entre los objetivos del milenio trazados en el año 2000 estaba reducir a la mitad la pobreza al llegar el año 2015, lo que no se logrará si la financiación al desarrollo sigue al ritmo actual. Se requieren respuestas audaces de los países desarrollados contra el hambre. El combate de la pobreza es hoy más que un tema de justicia social, una necesidad económica. Hay necesidad de mejorar la inversión pública y privada, el combate contra la pobreza debe ir más allá de los programas asistenciales que sólo mitigan la pobreza en forma temporal.

Se requieren 50,000 millones de dólares para reducir a la mitad la pobreza en el mundo hasta el año 2015, según la ONU. Esta misma organización expresa que los recursos pueden obtenerse en cualquiera de estas fuentes: si los ricos pagaran 0.2% del valor de su patrimonio, si por cada tonelada de dióxido de carbono que se vierta a la atmósfera se pagaran 10 dólares, si a los 210,000 millones de dólares de las transacciones financieras diarias, se aplicara una tasa de 0.005%, si las multinacionales dieran 1% de sus beneficios, si de las ventas legales de armas se dedi-caran apenas 10% de ayuda al desarrollo. Es decir, hay capacidad y recursos suficientes en el mundo para erradicar el hambre y la pobreza y promover el desarrollo económico sustentable con justicia social. Es un escándalo que con los medios para poder erradicarla, el hambre tenga que esperar. No habrá estabilidad ni seguridad en el mundo sino hasta cuando se establezca un orden más democrático y justo. La paz nunca surgirá de la pobreza y el hambre.

LECTURAS RECOMENDADAS

  1. Kawachi I, Kennedy BP. The health of nation: why inequality is harmful to your health. New York: New Press; 2002.
  2. Marmot M. The status syndrome. New York: Henry Holt & Company; 2004.
  3. Sapolsky R. Why Zebras don’t get ulcers: A guide to stress-related disease and coping. 3rd ed. New York: Henry Holt & Company; 2004.
  4. Wilkinson R. Mind the Gap: Hierarchies, health and human evolution. London: Weidenfeid and Nicolson; 2000.

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