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Revista Colombia Médica
Universidad del Valle - Facultad de Salud
ISSN: 0120-8322 EISSN: 1657-9534
Vol. 38, Num. 1, 2007, pp. 61-67

Revista Colombia Médica, Vol. 38, No. 1 , Jan./Mar. 2007, pp. 61-67

Episodios clínicos de inquietud y pánico en los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos

Clinical episodes of restlessness and panic in the terrorist attacks of 11 of September of 2001 in United States

Francisco Sacristán, Dr.*

* Profesor Titular Interino, Facultad de Ciencias de la Información, Departamento de Historia de la Comunicación Social, Universidad Complutense de Madrid, España. e-mail: fsacrist@ccinf.ucm.es

Recibido para publicación febrero 13, 2006     
Aceptado para publicación enero 4, 2007

Code Number: rc07010

RESUMEN

Introducción: Conviene especificar que los nervios son una taxonomía biomédica antigua de la enfermedad, cuyas nociones se han reelaborado en contextos populares. Hoy es una enfermedad presente en muchas sociedades occidentales que expresan una manera del sufrimiento.
Objetivo: Este estudio se centra en explorar el impacto del 11-S en los nervios de los inmigrantes mexicanos que viven en los Estados Unidos.
Metodología: Está dirigida por la tradición de la antropología de la enfermedad. Se apoya en los materiales originales, recolectados en Highland Park (Illinois, Estados Unidos). El trabajo en el terreno se hizo de septiembre de 2001 a febrero de 2002 entre usuarios del «Programa Latino» de la Agencia «Servicio a la Familia de South Lake County». Los datos provienen de entrevistas recogidas en profundidad a los informadores calificados. Se consideraron tres dimensiones principales en la metodología y en el plan de trabajo. Primera, el impacto del episodio de las torres en la vida de cada día de los inmigrantes mexicanos, la manera en que su salud se afectó, y cómo se originaron y manifestaron los nervios. En segundo lugar, se consideran de forma particular algunas cuestiones como la incertidumbre sobre su futuro y su miedo, ligados no solamente a las posibilidades de nuevos ataques sino también en relación con los cambios internos y las políticas federales. En un tercer momento, se exploró cómo la identidad mexicana fue redefinida como consecuencia del ataque.
Resultados: Ofrecen el dato que el padecimiento nervioso entre mexicanos inmigrantes en relación con la violencia política básicamente no difiere de las manifestaciones y teorías etiológicas señaladas por numerosos autores en relación con diversos grupos sociales, culturales y étnicos en trabajos previos.
Conclusiones: Lo más destacable consiste en que el contexto social y político que se genera a partir de los atentados agudiza las experiencias de nervios entre la población mexicana. En resumen, la sensación de peligro inminente revela el temor no sólo a que se repitan nuevos actos terroristas, sino también a las consecuencias que lleva consigo la decisión del país de iniciar acciones bélicas. 

Palabras clave: Nervios; Pánico; Estados Unidos; 11-S.

SUMMARY

Introduction: It agrees to specify that the nerves are an old biomedical taxonomy of the disease, whose slight knowledge has been elaborated in popular contexts. Today, it is a present disease in many western societies that express a way of the suffering.
Objective: This study is centered in exploring the impact of 11-S in the nerves of the Mexican immigrants who live in the United States.
Methodology: It is directed by the tradition of the anthropology of the disease. It leans in the original materials, collected in the park of the mountain (Illinois, the United States). The field work was lead from September of 2001 to February of 2002 between users of the «Latin Program» of the Agency «service of the family of South Lake County». The data come from interviews gathered in depth to qualified informers. Three main dimensions were considered in the methodology and work plan. First, episode of the towers's impact in every day life of Mexican immigrants, the way in which their health was affected, and how the nerves were originated and declared. Secondly, it considers of particular form some questions like the uncertainty on their future and the fear, bound not only to the possibilities of new attacks but also related to the internal changes and the federal policies. At a third moment, it was explored how the Mexican identity was redefined as a result of the attack.
Results: They offer the data that the nervous suffering between Mexican immigrants regarding political violence basically does not defer from the manifestations and etiological theories indicated by numerous authors in relation to diverse social groups, cultural and ethnic in previous works.
Conclusions: It express the importance of the social context and political generated from the attacks it worsens the experiences of nerves between the Mexican population. In short, the sensation of imminent danger does not only reveals the fear to new terrorist acts but the consequences are also repeated that the decision of the country entails to initiate combat operations.

Keywords: Nerves; Panic; USA; 11-S.

Actualmente numerosas culturas históricamente conectadas utilizan la expresión «nervios» para dar cuenta de una enfermedad que compromete estados y síntomas físicos y emocionales. Dicho mal casi siempre se origina en conflictos tanto del núcleo familiar y la comunidad como de la sociedad más amplia1. Low2 señala que los nervios son una forma de sufrimiento encontrada en muchas culturas occidentales o en grupos sociales profundamente influidos por ella3.

En cuanto a las teorías etiológicas se han propuesto tres categorías explicativas:

a) desequilibrios socio-emocionales, como conflictos familiares, peleas y violencia en el medio social, estrés laboral y experiencias críticas o eventos traumáticos;
b) conflictos emocionales como experiencias de pánico, y pérdidas afectivas;
c) causas naturales como el consumo de alcohol, el exceso de pensamientos, entre otras4.

De acuerdo con estudios realizados entre población campesina y urbana de Costa Rica5, inmigrantes de El Salvador6, México7,8, noroeste argentino9, de Grecia a los Estados Unidos y Canadá10 y nativos de Estados Unidos11 bajo la denominación de nervios se engloba una amplia y variada gama de manifestaciones comunes en la mayoría de los casos: palpitaciones, sofocos, taquicardia, temblores, desmayos, tensión, enojo, llanto, inapetencia, ira, pesadillas, insomnio, desesperación, dolor de cabeza, dolor de estómago, entre otros. Estas manifestaciones son básicamente similares, más allá de los diversos contextos culturales2,3.

Un elemento fundamental encontrado en casi todos los contextos en los que se estudiaron los nervios se refiere a la pérdida de control2; por otra parte, la cura incluye el autocontrol, la medicina casera y los recursos que habitualmente los miembros de los distintos grupos sociales utilizan para atender su salud. Otras características de los nervios contemporáneos es que son vistos como un problema individual que puede afligir a cualquier persona más allá de variables como el género, clase social, pertenencia étnica y lugar de residencia. Al igual que en el caso de otros taxa vernáculos, como por ejemplo la insolación o el calor subido12, varias hipótesis sugieren la idea de que el significado «popular» que tiene hoy en día este concepto ha sido en otro momento histórico parte del conocimiento médico de élite3,11.

En esta ocasión no se hará una revisión etnográfica exhaustiva sobre los nervios porque ese análisis ya se hizo en anteriores oportunidades8. El propósito de este artículo es acotado y se limita a describir los efectos que los atentados del 11-S han tenido en los nervios de la población mexicana residente en Illinois, específicamente en las localidades de Highland Park, Highwood y Waukegan.

La perspectiva teórica combina propuestas de lo que se llama tradición centrada en los significados de la antropología médica13,14 y de las microsociologías norteamericanas. El método ha sido el estudio en profundidad de un grupo social dado, con la intención de realizar una etnografía de la enfermedad entre inmigrantes mexicanos.

Durante la labor de campo fue posible apreciar que el padecimiento de nervios se incrementó notoriamente respecto de otros taxa vernáculos a partir del 11 de septiembre, incluso entre individuos que no habían padecido de nervios antes. En esta ocasión se analizará este fenómeno emergente, con atención a las vivencias y explicaciones sociales de los actores. Estos casos se recortan como una unidad espacial en primer lugar, por la etiología que refieren los propios actores sociales, en segundo término porque esta etiología refiere factores macro sociales que incluyen la violencia política a diferencia de las vivencias de nervios que aluden por lo general a conflictos micro sociales o emocionales.

El trabajo de campo se hizo entre septiembre de 2001 y febrero de 2002 en el programa para los latinos de la agencia de consejería «Family Service of South Lake County» de Highland Park (Illinois). Se realizaron entrevistas abiertas, extensas y recurrentes a 25 inmigrantes mexicanos de ambos sexos. El rango de edad osciló entre 17 y 58 años, si bien la mayoría de los informantes se ubican en la franja de 25 a 40 años. Los lugares de procedencia de México han sido principalmente Oaxaca, Guerrero y Zelaya.

POSTRIMERÍAS DEL ATENTADO  

1. El impacto en los nervios. Diversos autores han señalado que el impacto de la violencia política y/o el terrorismo de estado inciden en molestias que los actores sociales interpretan y definen como sufrimiento de nervios. En el caso que se va a analizar, el fenómeno que incrementa los nervios no es sólo el atentado sino también el clima socio-político generado a posteriori. En efecto, con después del atentado apareció un caudal de personas que manifestaban vivenciar los nervios por primera vez.

Las referencias a los episodios relacionados con el 11-S adquieren características que escapan a la lógica y reglas del denominado mundo de la vida cotidiana de cada actor. Este mundo de la vida cotidiana se constituye como mundo circundante e inmediato, con una especial perspectiva temporal que las personas presuponen en virtud del sentido común, implica certidumbre en la medida en que se da una sucesión rutinaria de experiencias no problemáticas pero que llevan en sí la posibilidad de ser interrumpidas; en este sentido, como se aprecia en los relatos de los actores sociales, el atentado marcó un quiebre en la cotidianidad, en todo aquello que los inmigrantes tomaban como garantizado y seguro. Estas sensaciones de inseguridad, estas vivencias de temor, enojo, de peligro inminente, generan los nervios.

Desde esta perspectiva el 11-S irrumpió como un evento conflictivo por ser desorganizador de las vivencias de miedo y dolor conocidas hasta ese momento por los actores y tuvo como consecuencia que éstos empezaran a vivir experiencias no-comunes (en sentido de ordinarias) con distintos objetos. Entre los objetos al que le adjudican mayor cantidad de rasgos «extraños» está, en primer lugar, el avión; aviones que en cuestión de instantes son vistos venirse abajo o incendiarse, mientras que a los pocos segundos las personas expresan darse cuenta que siguen su curso normalmente.

¿Si ha visto la cantidad de aviones que pasan a cada rato? Imagínese, si me detengo a mirarlos siempre algo les sucede: se prenden fuego, explotan, desaparecen de pronto... no sé, de todo. Pero después no ocurre nada de lo que me imaginé, es toda mi fantasía. Esto es muy raro... (Hugo, 36)   

En segundo lugar, los rascacielos también se mencionaron como objetos con este tipo de características. Los eventos relatados sobre los mismos han sido vidrios rotos, la oscilación de sus paredes, el derrumbamiento, sensaciones extrañas en ascensores; al igual que en el caso de los aviones todos estas opciones son después descartadas.

Mi concuñada trabaja en la confitería del Hancock (Chicago). Antes subía para ir a buscarla porque salimos a la misma hora, pero ahora no puedo. Siento en el ascensor algo que me sube y me baja por la garganta, es como si todo el edificio se moviese. Llega arriba de todo y aprieto enseguida para bajar de nuevo. (Berta, 40)

Si bien las primeras explicaciones eran en su mayoría adjudicadas a presentimientos e intuiciones de hechos que, desde la óptica de los actores, quizá sucederían en un futuro inmediato y ellos lograban percibir gracias a su sensibilidad, con el transcurrir de las semanas la causa de estos fenómenos pasa a ser explicada como predominantemente producto de los nervios.

A veces pasa un avión y me parece que le pasa algo terrible. Antes pensaba que me estaba volviendo loco, ahora creo que son los nervios que me están jugando una mala pasada. Es extraño, ¿verdad? Pero quedamos todos muy sensibles después de los hitjackers (secuestradores de aviones). (Luis, 34)

En tercer lugar, algunos de nuestros informantes mencionan este tipo de relatos pero sin relación con objetos sino con seres humanos. Mencionaron eventos en los que aparecían visiones de ligeras sombras con rasgos humanos difusos y vagos, el escuchar ruidos (pasos, gemidos, llantos, balbuceos de bebés) el sentir olores fuertes e imprecisos (carne quemada, sangre, algo en estado de descomposición) o simplemente como sensaciones en el cuerpo que son señales de «algo», por ejemplo, de la presencia de alguien.

No lo puedo explicar y por eso no me van a entender (los padres). Voy al cementerio y rezo. Esas personas saltando desde las Torres se me aparecen en sueños. Pero también durante el día parece que quieren decirme algo. Rezo y me quedo en paz, así se me quita lo nerviosa. (Galia,17)

La explicación de que son los nervios no exime por completo del miedo de estar enloqueciendo, si bien a diferencia de lo que se notó en el estudio general sobre mexicanos y nervios reduce notablemente esta posible «locura» en casi todos los casos. La sensación de que hay varias personas que sienten lo mismo tiene un efecto tranquilizador y este tipo de episodios antes del 11-S causaban mayor consternación y preocupación entre quienes lo vivenciaban. Es decir, es como si la situación de estar en un país herido amortiguase la representación de los propios síntomas como indicadores de algo, son sólo parte de un mal mayor que sufren todos los Estados Unidos.

No es para menos que a uno le sucedan todas estas cosas, con todo lo que sucedió lo raro sería seguir la vida como si nada. (Juan, 52)

Los peligros se viven como reales e inminentes y a la vez son re-significados desde el marco de referencia de los actores. Ninguno de los informantes estaba por viajar en avión ni solía hacerlo; por tanto, el secuestro de aviones comerciales no implicaba un riesgo para ellos, sin embargo, el temor que mencionaban surgía ante el posible uso de armas de destrucción masiva (biológicas, químicas), que se estrellase un avión cerca del lugar donde se encontraban y otro tipo de atentados en los que sí adquirían una posición de vulnerabilidad.

Dice mi marido que donde vivimos nosotros (Waukegan) va a ser el próximo blanco. Ahí hay como una planta nuclear y con sólo una bomba desaparece todo, no sé, creo que hasta los alrededores de Chicago llegaría el impacto. Lloro por todo, y mis nervios están que explotan por nada, hasta empecé a pelearme con mi familia y eso que nos llevábamos tan bien... (Norma, 43)

Los entrevistados manifiestan vivir en un estado de tensión permanente, producto del clima bélico que los rodea: más policías, mayores controles e inspecciones, alarmas de posibles nuevos atentados y sucesos como registros repentinos en las calles, demoras y detenciones sin motivos, incomunicación para averiguar antecedentes entre otras experiencias traumáticas que se transforman en nuevos factores de opresión. Los niños mexicanos también sienten la hostilidad del medio, al que viven como inseguro y peligroso. Las madres expresan consternación porque a partir del 11-S se orinan en la cama, tienen pesadillas, lloran sin motivo aparente, señalan dolores físicos, quejas constantes y hacen dibujos que se relacionan con los atentados. Algunas de estas madres llegan a la agencia con el diagnóstico hecho por profesionales de la escuela de «estrés post traumático», sin embargo éste no coincide con el diagnóstico que ellas mismas realizan sobre lo que tienen sus niños: nervios y/o susto por los atentados fueron los taxa vernáculos mencionados.

Por otra parte, varios informantes hacen hincapié en la sobre-abundancia de información relacionada con el 11-S que aparece constantemente en los medios de comunicación sobre todo, pero también en medios educativos, recreativos y de todas las instituciones sociales en general. Esto genera dos reacciones, por un lado un rechazo absoluto a querer escuchar más de lo mismo, pero por otra parte una necesidad de seguir informándose sobre cada nuevo detalle que aparezca: número de víctimas, biografías de las víctimas, sospechosos comprometidos, estado de la investigación en curso. El hartazgo, que recién se mencionó, queda expuesto, por ejemplo, en el fracaso de un servicio que propone la agencia para la comunidad, como ha sido la creación de espacios de reflexión y debate para tratar lo sucedido. Nadie concurrió a la primera convocatoria de estos talleres, ausencia que se atribuyó a la falta de propaganda y de una adecuada difusión de los acontecimientos; así se multiplicaron los carteles y los anuncios invitando a la comunidad a participar, sin embargo, no hubo distinto resultado en las ocasiones siguientes.

2. Etiologías de los nervios. En términos generales el origen de los nervios entre la población latina se explica como consecuencia de crisis emocionales por distinto tipos de conflictos, por un lado los de índole micro social como discusiones y peleas familiares o de pareja, problemas con los hijos, problemas laborales, los problemas inherentes a la inmigración, discriminación étnica en el nuevo contexto, entre otros y, por otro lado, los conflictos de índole macro que tienen que ver con la coyuntura política del país, en especial la violencia política que incluye atentados, guerrillas, terrorismo de estado, etc. En el caso que se analiza, la etiología de los nervios en los meses que siguieron al 11-S no difiere de las etiologías y manifestaciones reseñadas por refugiados políticos de El Salvador, o las víctimas de la violencia en Irlanda, y en esencia tampoco difieren de las causas referidas por los mismos actores antes de los atentados. Sin embargo, el clima generado por los atentados refuerza los motivos particulares de quienes ya padecían de nervios, y enfatizan la incertidumbre y el miedo.

La incertidumbre. Sin lugar a dudas este es uno de los motivos que aparece con mayor fuerza. Han sido numerosos los trabajos que han destacado cómo la falta de certidumbre del inmigrante genera ansiedad, angustia, nervios. Si a ello se le suma la certeza de que las reglas (que aún no se conocen bien) van a cambiar completamente, la expectativa sobre lo que va a suceder se vuelve aún más difusa.

Ya me la veo venir. Cierran las fronteras, o deciden hacer los trámites más largos. ¿Usted tiene papeles? No sabe los nervios que a uno le da todo esto... (Hugo, 36)

Por otra parte, la mayoría no cuenta con vivencias previas sobre esta clase de acontecimientos. No obstante, así como entre la población norteamericana de mayor edad las asociaciones de momentos de horror semejantes que mencionan son las que tienen que ver con Pearl Harbor, entre los inmigrantes mexicanos es la Guerra de Vietnam la experiencia bélica que algunos recuerdan y utilizan como parámetro de comparación con la situación actual.

Todo esto me da nervios porque me hace acordar a Vietnam, cuando llegamos aquí con mi marido enseguida empezaron a alistar y te daban los papeles más rápido si te mandaban a la guerra. A mi marido le tocó, y ahora estoy temblando de sólo pensar que mi hijo, Carlos, de 18 años, también pueda ser mandado con las tropas. (Susana, 51)

El cierre de la frontera con México por breve que haya sido fue para los actores un símbolo de la magnitud del conflicto, situación que varios entrevistados sintieron como encierro, dificultades para respirar, sensación de ahogo y experiencia de enloquecimiento.

Sí, ya sé que tenía nervios de antes pero los atentados terminaron de volverme loca. Sueño con las caras de los familiares que aparecen en la televisión llorando. ¡Y los bomberos... tan jovencitos, tan valientes! Cuando cerraron las fronteras no podía respirar. Mi marido me decía: 'Si total no íbamos a ir a ninguna parte'. Ya sé, pero de sólo pensar que aunque quisiera no podía hacerlo y estábamos aislados me ponía loca de la desesperación. (Nancy, 27)

El miedo. El miedo está íntimamente ligado con la incertidumbre. A los temores que tiene la población en general (ser atacados nuevamente por otros atentados suicidas, a las armas de destrucción masiva, etc.,) se le suma otro igualmente grave y es cómo les va a afectar la posición que tome el gobierno a raíz de esto, en otras palabras, cuáles van a ser las medidas que se tomen para los inmigrantes. El miedo que los actores mencionan con respecto a la política interior que el gobierno republicano defina post 11-S tiene que ver con las posibilidades de postergar permisos de trabajos, visas y demás papeles necesarios para vivir en Estados Unidos bajo condiciones de legalidad. Con respecto al miedo compartido con la población general del país, el mismo es alimentado constantemente desde los medios de comunicación, que difunden una sensación de peligro (real o imaginario) inminente. Por otra parte, además del terror que mencionan hacia edificios altos, los espacios públicos (cerrados o abiertos) que convocan muchas personas se visualizan como peligrosos.

No lo voy a dejar ir (al hijo, a una excursión organizada por la escuela) a ese museo de ciencias por más que se enfade y grite. Pueden poner una bomba de nuevo en cualquier momento. Que se enoje ahora, pero me lo va a agradecer después. (Nancy, 27)

El miedo es definido constantemente como sensación de inquietud en el cuerpo: palpitaciones, ahogos, sofocos, picazón por todo el cuerpo pero sobre todo la cabeza, necesidad repentina de abandonar imperiosamente el lugar donde se encuentran. La mayoría ha identificado tales síntomas y manifestaciones corporales como «las reacciones normales que a uno le dan cuando está nervioso o cuando se siente amenazado» (sic). Como último factor dentro de este punto, así como había un temor e incertidumbre hacia la política interior de Estados Unidos, con el transcurrir de las semanas varios informantes (en especial mujeres y del rango etario mayor), manifiestan como otra fuente de miedo la política exterior que el gobierno establezca, principalmente la posibilidad de iniciar acciones bélicas. Las consecuencias que señalan como las que más los van a afectar son la necesidad de voluntarios para alistarse en el ejército y la escalada de represalias que puedan desencadenarse.

Cada vez que llevan a la cárcel a alguno de esos (árabes sospechosos) siento miedo, porque al rato se viene la venganza. En Washington adentro de unas cartas parece que encontraron algo (anthrax), claro que no se van a quedar tranquilos (Hugo, 36)

Nuevamente, los recuerdos de los que vivieron durante la época de Vietnam son utilizados como patrón de comparación con el presente.

3. Nervios e identidad. Si se considera el conjunto de lo inmigrantes mexicanos con los que se hizo este trabajo, la construcción de la propia identidad en los Estados Unidos presenta características ambivalentes. Con anterioridad al atentado básicamente se vieron dos tipos de relación entre identidad y padecimientos de nervios. Algunos informantes sostenían sufrir de nervios a causa de la discriminación de que eran objeto por el solo hecho de ser latinos, mientras que otros sin negar esta condición se esforzaban por identificarse con valores y costumbres de la sociedad norteamericana, manifestaban a su vez que sus hijos estarían en condiciones de asimilarse y gozar de los beneficios de vivir en un país, rico, con posibilidades de progreso, etc. El ataque externo hacia un blanco tan inesperado por los inmigrantes provocó una sensación de indefensión y mostró que cualquiera podía ser víctima sin ser arte ni parte de conflicto alguno. Tal sensación no escapó a la población latina que en este caso experimentó el mismo sentimiento de vulnerabilidad que estaba viviendo la mayoría de la población. Durante las semanas inmediatas se vio que los informantes, se identificaban con un discurso que desde las esferas políticas y desde los medios de comunicación hacía hincapié en la construcción de un «nosotros» amenazado ante el acecho de un «otro» amenazante. Si bien no hubo ningún informante que haya vivenciado el riesgo de cerca (ni suyo ni de conocidos cercanos) la condición de vulnerables ante este tipo de ataques está presente en los relatos.

Tenemos que estar todos unidos, porque esto puede volver a ocurrir en cualquier momento. Uno es hombre, pero el miedo está y sabe que van a volver a atacar... (Hugo, 36)

Esta vez estamos todos en la misma. No tiene perdón lo que nos hicieron. En la estación de trenes (Chicago) trajeron pedacitos de las Torres, escombros, y los pusieron con fotos de las víctimas, para homenajearlos, uno siente que está allí. No puedo creer que las Torres ya no existan. (Juan, 52)

Entendemos que el denominado Ground Zero y otras cuestiones referidas al 11-S se transforman, en un primer momento, en geo-símbolos, definidos como lugar (en esta ocasión también como episodio o evento) que por diversas razones adquieren una dimensión simbólica que alimenta procesos de identidad. Es decir, también para la población mexicana este lugar/momento se inscribe dentro de una historia que es común a la del pueblo norteamericano y aunque dicha historia tiene las características de ser reciente y breve condensa sentidos y significaciones de una alta carga emocional. En esta incipiente memoria compartida y vivida entre mexicanos y otros grupos de Estados Unidos, se generó por lo menos transitoriamente un nuevo sentido de pertenencia socio-territorial y que «implica la inclusión de las personas en una colectividad hacia la cual experimentan un sentimiento de lealtad... pero implica sobre todo compartir el complejo simbólico-cultural que funge como emblema de la misma».   

Después de este primer período, sin embargo, se vio que muchos de los que habían reforzado su identidad «norteamericana» empezaron a sentirse incómodos y ajenos ante la creciente ola de nacionalismo que se desató en el país. Emblemas como la bandera norteamericana colgada en los domicilios particulares y en lugares públicos, el himno nacional escuchado continuamente en los medios de comunicación, el uso de prendedores con alusiones patrias, entre otros, comienzan a ser vividos como «símbolos anti-extranjeros» en general, hecho que refuerza la identidad latina y permite una visión de las ventajas no pensadas del México que dejaron atrás, como la ausencia de conflictos internacionales y aquí radica la relación con los nervios. Los nervios en algunos casos aparecen como una reacción ante los «anticuerpos patrios», una saturación de discursos que exacerban el nacionalismo hasta el punto de provocar un rechazo absoluto.

Cada vez que aparece Bush en la televisión cambio de canal, siempre dice lo mismo. Me aburre completamente. (Galia, 17).

Nunca había extrañado tanto los colores de la bandera mexicana. Si los conoce, ¿verdad? Les digo a mis hijos que no se olviden de sus raíces. Este país ya me está cansando. (Rogelio)

Esta percepción del rechazo también alcanza a la visión de otras minorías étnicas, principalmente los afro-americanos que verían a los mexicanos como potencial o concreta «amenaza».

Los morenos nos odian y son bien pendencieros. Después de lo de las Torres se pusieron peor contra nosotros. Creen que les quitamos el trabajo. Hay que andarse con cuidado. (Hugo, 36)

Por último, se debe agregar un factor externo que este grupo social ha mencionado y se entiende como un obstáculo en sus posibilidades de auto-adscripción de identidad, que incluye el respeto por las definiciones diagnósticas que los actores realizan de acuerdo con las representaciones sociales de su propio contexto cultural. En este caso, la visión hegemónica entre los profesionales que brindaban tratamiento (directa o indirectamente por medio de la supervisón) era congruente con las categorías diagnósticas de clasificación propuestas por el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-IV), estos padecimientos se entendieron como síntomas manifiestos en personas con estrés post-traumático y otros trastornos de ansiedad. Si bien el DSM-IV incluye el diagnóstico de nervios dentro de la categoría de síndrome dependiente de la cultura éste nunca se utilizó.

CONCLUSIONES

Si bien a grandes rasgos el padecimiento de nervios entre mexicanos inmigrantes en relación con la violencia política básicamente no difiere de las manifestaciones y teorías etiológicas señaladas por numerosos autores en relación con diversos grupos sociales, culturales y étnicos en trabajos previos, adquiere un matiz particular en cuanto experiencia impredecible.

En otro orden, antes del atentado las explicaciones etiológicas eran sobre todo de índole micro- y hacían hincapié en los factores socio-emocionales (conflictos familiares y de pareja principalmente) como los responsables, mientras que después son los condicionantes macro-estructurales las causas primeras de dicho padecimiento, de manera específica la política exterior e interior de Estados Unidos.

Es decir, sin duda alguna, el contexto social y político que se generó a partir de los atentados agudiza las experiencias de nervios entre la población mexicana. Por una parte, la sensación de peligro inminente revela el temor no sólo a que se repitan nuevos actos terroristas sino también a las consecuencias que toma la decisión del país de iniciar acciones bélicas: necesidad de voluntarios, represalias. Por otro lado y, en esto se diferencia de los temores compartidos con la población general, perciben un ambiente que promueve de continuo la exacerbación de un sentimiento de orgullo nacional que se transforma en hostil y opresivo, no sólo hacia las minorías musulmanas sino también hacia cualquier grupo, incluidos los latinos.

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