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VITAE Academia Biomédica Digital
Centro de Análisis de Imágenes Biomédicas Computarizadas-CAIBC0
ISSN: 1317-987x
Num. 23, 2005
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VITAE, Academia
Biomédica Digital, No. 23, Abril-Junio, 2005
LAS HUELLAS DEL EDIPO EN LA ELECCION DE PAREJA
Dra. M. Auxi Scarano a E.
Psicólogo Clínico. Psicoanalista de Adultos, Niños y Adolescentes.
Miembro Titular de la ASOVEP. Miembro de la IPA y de FEPAL.1
Asociación Venezolana de Psicoanálisis. XXVI Jornada
Sigmund Freud. EDIPO Y SUS MIL CARAS. Mayo 2005.
1Centro Profesional Santa Paula. Tlf. 9858734 y 0414 2748171. Email: auxsedgv@cantv.net
Code Number: va05005
Introducción
Amar y ser amado constituye una de las experiencias humanas más sublimes
y estimulantes que existen. La ausencia de afecto produce gran sufrimiento:
en la falta de amor está el origen de muchas de las patologías
mentales.
Elegir pareja genera emociones deliciosas que infla el sí mismo y le
dan un especial sentido a la vida, brindando una gran fuerza que
reafirma la identidad, la confianza y la motivación para luchar.
Es en el tiempo, con la convivencia y la cotidianidad, que se toma
conciencia del tipo de elección que se ha realizado y de allí la
decisión de continuar o interrumpir la relación. De manera
que la elección de pareja es un proceso espontáneo que
inicialmente se siente y que posteriormente se piensa. Nadie quiere
cometer un error al escoger pareja: Sin embargo, son muchos los que
no logran concretar el sueño de tener una pareja satisfactoria.
En la elección de pareja se colocan expectativas idealizadas de
bienestar y de placer, que suelen dejar a un lado aspectos de la realidad
propios de la convivencia y de las relaciones humanas. A través
de mecanismos concientes y sobretodo, inconscientes, se espera que
la persona llene las carencias y resuelva todas las dificultades que
se tienen; en ella se proyectan deseos y necesidades, aspectos buenos
y aspectos malos.
Podríamos hacer una larga lista sobre lo que se busca en una pareja:
que sea una persona sana, amable, respetuosa, considerada, responsable,
trabajadora, de buen carácter, el físico es importante
para muchos, que le guste compartir más o menos las mismas cosas,
que le guste salir, etc. ¿Por qué si en general, teniendo “claro”estos
aspectos, es tan común equivocarse y fracasar? ¿Estará el “fracaso”en
la elección o en lo que implica ser y tener pareja?
Es interesante considerar, por otra parte, en qué momento mental y
en qué contexto se escoge la pareja, ¿qué elementos
confluyen en el llamado “flechazo de cupido”? Podríamos
considerar que se trata de un “tiempo de cierto riesgo emocional”,
pues podría ocurrir que frente al vacío afectivo, se
le coloque el “traje de príncipe azul”-o el de princesa- a quien no
corresponde. Cuántas veces alguien se empeña debido a
necesidades mal canalizadas, o por intolerancia a la soledad- en armar
un proyecto pareja con alguien que está lejos de tener la disposición
para formar un vínculo.
Para los psicoanalistas, el proceso de elección de pareja se fundamenta
en “lo edípico”, denominando con ello al conjunto
de ideas, emociones e impulsos, en gran parte o por completo inconscientes,
que se centran alrededor de las relaciones entre padres e hijos, y
que estructuran y organizan el funcionamiento mental.
Para Freud, el Edipo tiene que ver con el profundo amor por el padre del sexo
contrario y la rivalidad y rechazo al padre del mismo sexo; o con el
amor al padre del mismo sexo y la exclusión del otro, con todos
los sentimientos ambivalentes de amor, odio y culpa que dichas dinámicas
generan.
Según las nuevas ampliaciones que el psicoanálisis ha hecho sobre
el Edipo, se hace énfasis en la importancia de la relación
con los padres en el crecimiento mental. En la medida en que se cuente
con unos padres que favorezcan la capacidad de pensar y estimulen el
gusto y el esfuerzo por el conocimiento, este hijo o hija se orientará hacia
una vida rica en experiencias que favorecerán su evolución.
Unos padres que prohíban la curiosidad, la búsqueda de
conocimiento y la creatividad, harán de la realidad una experiencia
a ser tratada desde la envidia, el odio y la mentira.
Aunque en estos tiempos de posmodernismo existen nuevas formas de relación
amorosa, en el inconsciente ese tiempo social no varía. En el
ser humano predomina el instinto de vida que desea y busca la unión,
porque la unión es lo que da vida y permite crear y construir.
Relaciones fundamentales del ser humano y la elección de pareja
La experiencia clínica psicoanalítica pone en evidencia una y
otra vez que en el inconsciente el pasado se hace presente, y que el
ser humano se va a vincular con la vida según el tipo de relación
de apego que haya tenido con los padres desde el nacimiento, y a
esto se sumará la intensidad y la cualidad de los instintos de
vida y de muerte que predominen en ambas partes. Las características
de estas relaciones determinarán el atractivo por alguien.
Centrémonos en las tres relaciones fundamentales que tiene el
ser humano y que influyen en la futura elección, no sólo
de pareja, sino de la actitud frente a la vida que se asuma en general,
experiencias que quedan en la mente como huellas, marcas o modelos a
seguir.
Nos referimos a:
-
La primera relación que tiene el bebé con la madre y con
el padre
-
La relación de pareja que hay entre los padres, y
-
La relación que tiene el hijo (a) específicamente con su madre
y con su padre en el desarrollo de la infancia, pubertad y adolescencia.
1.-La primera relación que se tiene es con la madre. A través
del pecho se conocerá la vida, y esta experiencia demarcará el
modo de relacionarse. Las sensaciones físicas-somáticas
que sienta el bebé tendrán su análogo en lo mental,
que se estará gestando a la par. Lo que él sienta, gratificante
o frustrante, placentero o doloroso, constituirá una impronta
que quedará en su mente y en la forma de vincularse con el mundo.
Se quedarán dentro de él como sensaciones buenas o malas
que no podrá recordar, pero tampoco olvidar, y así, actuarán
desde su inconsciente.
En los primeros tiempos de vida, un bebé no sabe diferenciar que él
y su mamá son dos personas distintas. Él, el pecho y mamá se
sienten, al inicio de su vida, fusionados en una misma experiencia. Poco
a poco comenzará a percatarse que él es distinto al pecho
y a mamá, comenzando así los sanos procesos de separación
e individuación. Justamente es en la separación donde
crecerá la mente del niño en búsqueda de otros nutrientes
para constituirse. Si esta separación se anticipa (prematuramente
la madre la fuerza, o lo opuesto, si no se estimula porque a los padres
les resulta amenazante que el hijo crezca), se estructurará una
mente con escasa capacidad para hacer vínculos y un prototipo
de relación donde el otro se requerirá para ser y existir.
Progresivamente, en la evolución normal, el bebé se percatará de
que además de mamá existen otros: el papá,
los hermanos, una familia, algo más allá de ellos dos,
un tercero (lo cual es un gran duelo). La presencia del padre será fundamental
para ayudar a este bebé y a la mamá, a la necesaria separación.
Con una presencia amorosa y respetuosa, papá se incluirá para
enriquecer al hijo (a) desde lo que él puede ofrecer distinto
a mamá y ayudará a la madre a retomar sus otros roles y
actividades. De no lograrse la entrada del tercero, la mente de ese niño
(a) se estructurará bajo la premisa de vincularse con el otro
en forma posesiva y demandante; la separación, las diferencias
y la exclusión, serán vividas como una gran amenaza. A
futuro estos son los adultos que colocan en la pareja toda la responsabilidad
de bienestar y felicidad, escogiendo al otro para respirar con su pulmón
y moverse con sus pasos.
Si el bebé al nacer cuenta con unos padres que comprendan y atiendan
su indefensión, con una madre y un padre dispuestos a pensar y
a representar con su propia mente los estados mentales internos del niño,
con unos padres capaces de respetar sus necesidades específicas
y particulares, generarán en él la confianza básica
para existir, y se constituirá en su mente un modelo de relación,
donde estar con el otro será una gratísima experiencia
amorosa.
Si el bebé en sus primeros momentos de vida se encuentra con una madre
y un padre desconectados emocionalmente, vacíos afectivamente,
sordos a lo que el hijo (a) intenta comunicar, este bebé inevitablemente
sentirá un tipo de ansiedades muy difíciles de metabolizar
y procesar, que lo hará recurrir al uso de maniobras para contenerse
a sí mismo y así, no desintegrarse. Mecanismos inconscientes
de defensa -los llamamos los psicoanalistas- que lo ayuden a lidiar con
la soledad, el terror y el desamparo (estos mecanismos se usarán
a lo largo de la vida). Esta experiencia de soportar desde tan pequeño
la ausencia de contención emocional, de auto- abastecerse psicológicamente,
tiene altos costos para el desarrollo del sí mismo y de la mente,
limitando y empobreciendo a futuro la afectividad, la capacidad para
pensar y la capacidad para relacionarse con los demás. Este tipo
de experiencia hace muy difícil confiar en el amor y en la vida
compartida.
El sentido de mostrarles esto es que lo que se aprende en estos primeros tiempos
se repite en las relaciones a futuro.
2.- Lo segundo que es significativamente importante en las elecciones
es la relación de pareja que existe o ha existido entre los
padres.
Que el padre asuma su rol masculino, sea buen proveedor de estabilidad y seguridad,
mantenga con firmeza los límites y las decisiones, ofrezca un modelo
de ser hombre. Que la madre se haga cargo de su rol femenino, maternal,
se haga respetar, sea constante en la enseñanza y en la crianza
y, pueda ofrecer un modelo de ser mujer. Yque los padres puedan
hacer equipo para lograr la mejor calidad de vida posible para la familia,
resultará una brújula útil para transitar la existencia,
un modelo valioso que le permitirá al hijo (a), claridad en
sus procesos de identificación.
La capacidad de la pareja de padres de compartir y disfrutar como pareja sexual,
además de pareja de papás, será un ejemplo de
relación que le permitirá al hijo poder discriminar el
lugar amoroso que como hijo le corresponde. Contar con un modelo
de unión amorosa, respetuosa, donde exista admiración
y valoración mutua, en el que prevalezca la disposición
a pensar y a reflexionar la vida, será un referente importante
para construir a futuro un adecuado proyecto de pareja donde exista
además una sexualidad adulta plena.
El reconocimiento por parte del niño (a) de la relación de los
padres entre sí, une su mundo psíquico y le permite participar
en un mundo compartido en que pueden existir diferentes relaciones.
La capacidad de visualizar una relación amorosa entre los padres
proporciona las bases para creer en un mundo seguro y estable.
Si el vínculo entre los padres percibido en amor y odio puede
ser tolerado en la mente del niño, le proporcionará un
prototipo para relaciones interpersonales adecuadas. Que los padres
puedan observar, mirar y reconocer al hijo (a), es una condición
para poder mirarse a sí mismo en interacción con los
otros y considerar otros puntos de vista, conservando el propio.
Aquellos que nacen en una no-pareja inevitablemente tendrán serias dificultades
para confiar en el amor y para erigir un proyecto de vida donde prevalezca
la armonía y el bienestar.
En este sentido, hablamos de la superación del Edipo cuando se ha aprendido
a aceptar a los padres:
-
Con sus aspectos buenos y no buenos
-
-
A tolerar la exclusión cuando están unidos y,
-
A discriminar sus roles sexuales de pareja y de papás.
Estas son condiciones necesarias para seleccionar una pareja adecuada.
3.-El tercer aspecto fundamental que explica qué tipo de elección
de pareja se realiza, lo constituye la relación específica
que el hijo o la hija tiene con su madre y con su padre en la infancia,
pubertad y adolescencia.
A través del juego infantil, los niños expresarán los modos
como procesan en su mente las preferencias por mamá o por papá,
lo cual también dependerá de la calidad de afecto que
papá o mamá ofrezcan. En un proceso evolutivo normal,
será común observar el deseo de un varón por tener
una novia como mamá o, en la hembra, tener un novio como papá.
Serán los ejercicios preparatorios para la futura elección
de pareja.
Que un padre o una madre, dosificadamente, permitan el juego “como si”fuera
el novio más valiente o la novia más bonita e inteligente,
le permitirá al niño y a la niña sentirse valorados
y aceptados, experiencias que contribuyen a consolidar la identidad
del sí mismo. Si un padre o una madre hacen de esta demanda
edípica una burla o un rechazo rígido (por mal manejo
de sus ansiedades o por falta de amor), el concepto sobre sí mismo
y la autovaloración del hijo (a) se verán mellados, un maltrato que
deja lesiones difíciles de revertir.
Si un padre o una madre se pasan al otro extremo y ofrecen vínculos cargados
de erotismo y seducción, generarán confusiones que, a
la larga, influirán negativamente en las relaciones que tenga.
En otros casos, si los padres toman al hijo o a la hija como centro único de
sus afectos y necesidades, será muy difícil para este
hijo (a) atreverse a escoger pareja, pues individualizarse y separarse
tendrá el “altísimo”costo de perder el amor
de los padres, del que se depende aún. Las madres depresivas
y narcisas -y los padres con estas características- no toleran
la autonomía del hijo o la hija, envidiando su frescura y vitalidad.
Suelen emplear la manipulación y la culpa, aspectos con los
que es muy difícil batallar.
Otro es el caso del padre perfecto o el de la madre hiperatenta que anticipa
las necesidades de los hijos sin permitir que estos desarrollen sus
propios recursos, convirtiéndolos en inútiles para la
vida. De esta manera, el vínculo que establecerá este
hijo o hija será de mucha dependencia, y se basará más
en las iniciativas y control del otro que de sí mismo. En la
adolescencia es común observar cambios significativos en la
expresión del afecto de padres y madres que se asustan con el
crecimiento de los hijos y toman distancia, abandonándolos,
desatendiéndolos o agrediéndolos. Este tipo de cambio
crea confusiones que generan dolor, malestar y resentimiento, ingredientes
que luego se utilizarán para “cocinar”una relación
cuyo sabor resultará amargo.
Podríamos seguir presentando muchos más ejemplos, pero lo que
se desea ilustrar es cómo el Edipo de los padres, sus
deseos y conflictos inconscientes, influyen significativamente en las
elecciones de pareja que hacen los hijos a futuro.
Casos clínicos y Conclusiones
Casos Clínicos Si en la mente de una madre el padre es descalificado
y atacado, y si además el padre no defiende su rol y no se hace
afectivamente presente, una hija difícilmente podrá admirar
y valorar a un compañero: inconscientemente escogerá una
pareja donde se repetirán estas pautas de descalificación
con todo el sufrimiento que ello conlleva. Si el padre ha maltratado
a la madre, o le ha sido infiel, habrá tendencia a repetir
una hstoria parecida, a pesar del rechazo que conscientemente se
pueda tener.
Si se trata de un padre alcohólico, irresponsable o depresivo, le será muy difícil
a la hija contar con un hombre firme, fuerte y capaz de progresar en
la vida, salvo que se tome conciencia y se asuman los esfuerzos que se
requieren para transformar estas herencias familiares. A veces predomina
la rabia por estas realidades y se escoge pareja buscando todo lo contrario,
por oposición; el riesgo es que, si es la rabia la que motoriza
la elección, inconscientemente saldrá por algún
lado el conflicto.
En relación al tema, la caricaturista argentina Maitena logra integrar
excelentemente en su trabajo “Mujeres Alteradas”, qué es
lo que quiere la mujer: “La mujer lo que quiere es un príncipe
azul que la rescate de la monotonía, que le resuelva todos
sus problemas, que no pidan ni necesiten nada, que sea buen mozo y millonario,
que la traten como una reina…”, terminaba su caricatura,
expresando “que los príncipes azules no existen”.
En otra de sus caricaturas expresa: “Esa vieja costumbre que
tenemos las mujeres de quedarnos enganchadas de un hombre”(que
también, por supuesto, ocurre en el varón), decía:
Si tu padre fue maravilloso, ¿jamás podrás encontrar
un hombre que se le parezca?…Si tu padre fue un desastre, ¿siempre
vas a elegir hombres que te amarguen la vida?... Si tu padre estuvo ausente, ¿vas
a buscarlo en cada par de pantalones que tengas cerca?... Si tu padre
ya es mayor, ¿hasta cuándo vas a seguir siendo una niña?
Veamos dos ejemplos que ilustran el tema:
Sabine, una paciente que intentó un análisis, profesional exitosa,
se sentía atrapada en una relación de cinco años
donde estaba, según ella, muy enamorada de él, pero la
pasaba “muy mal”. Él era venticinco años mayor,
profesional; en los últimos tiempos alcoholizado, muy deprimido.
Finalmente se había separado de su esposa y de sus tres hijos,
con gran culpa. Él no le permitía a ella estar en público
ni presentarla a su familia. Él decidía cuándo estaban
o no juntos, de manera que a ella le tocaba siempre esperar por él
para moverse en la vida. Esto la hacía sufrir mucho. Cuando tratamos
de comprender el por qué de ese tipo de elección, se explicaba
-al reconocer que ella había sido abandonada por su padre- un
importante personaje público, que no la reconoció como
hija. Había nacido de una relación de amantes, que se terminó cuando
la madre salió embarazada de ella. El padre era casado, pertenecía
a una clase social alta, tenía hijos que Sabine, investigando,
sabía quienes eran. La madre era extranjera, humilde y se dedicó a
trabajar para darle a ella sustento y educación, había
muerto hacía cinco años, con lo cual ella se sintió desesperadamente
sola, no había familia por ningún lado. ¿Cómo
elegir una buena pareja en estas condiciones?... Si bien Sabine intentó en
dos oportunidades asumir su tratamiento analítico, no pudo. Vía
telefónica interrumpió, después de unos cuantos
meses, expresando que era demasiado doloroso para ella ver esas verdades,
y que de verlas y separarse, se quedaría más sola, con
lo que no podía, al menos “por ahora”. Prefería
su situación que la soledad.
Marisol estaba casada con alguien que la maltrataba y quería divorciarse
cuando acudió a mi consulta muy deprimida, con ideación
suicida, pero no podía ni sabía separarse. Había
sido una niña prodigio que dedicó mucho tiempo a destacarse
en un área, el reconocimiento público era fundamental para
ella, sin ello, no era nadie, su sí mismo estaba colocado en la
opinión externa y no dentro de sí. Su padre reforzó mucho
que fuera famosa, si ella no lo lograba, él no la querría,
por lo cual ella dedicaba horas del día para practicar, mantenerse
en la cúspide y, especialmente, ser querida por el padre. El costo
de lograrlo fue no tener espacio para una infancia normal, no hubo amigos
ni mucho tiempo para el juego. La pareja de padres giraba en función
de mantener el éxito de la hija, no era una pareja que funcionara
como tal, cada uno tenía su amante fuera del matrimonio, pero promulgaban la moral
y las buenas costumbres. Hasta los 18 años esta niña había
dormido en la cama de los padres, de allí salió para un
matrimonio sin claridad en su decisión. Él era un profesional
exitoso y famoso, a quien ella había idealizado, la tenía
como una empleada que debía cubrir sus necesidades y a diario
la maltrataba. Ella era toda una actriz disimulando estar bien, pero
en el fondo estaba llena de muchísimo odio y, frente al maltrato
físico del esposo, finalmente decidió, con mucha dificultad,
separarse. Le daba gran culpa dejarlo solo (él, por su parte,
le hizo la separación bien difícil). Después de
meses de inmenso esfuerzo en su tratamiento analítico logró separarse,
comenzó a sentirse mejor y al tiempo, conoció a alguien
que la valoró y trató amablemente, con respeto, atenciones,
detalles e invitaciones muy especiales. Esto la llenó de tal modo,
que inventó la posibilidad de una relación permanente con él
y se obsesionó por la posibilidad de casarse. Desde el primer
momento era claro que el joven no pretendía mayor cosa con ella,
e incluso a los meses, decidió casarse con su novia de siempre.
Esta realidad desorganizó a Marisol y decidió vengarse
de él, haciéndole la vida imposible (logró meterse
en los e-mails de él y su pareja, obtenía información
privada con la que se atormentaba, inventó reuniones para estar
donde ambos se encontraban, etc.). Después de pensarlo y de planificar
varias cosas que no resultaron exitosas para separarlos, decidió tener
un novio “para vengarse”, y armó su nuevo matrimonio
con un muchacho que parecía buena gente, todo en función
de que el amigo supiera que ella no estaba sufriendo. ¿Qué puede
esperarse de todo esto?
Conclusiones
Sabemos que a causa de la inmadurez propia de la juventud, se puede
escoger una pareja inadecuada.
No obstante, es posible reparar esta situación en una nueva elección,
siempre y cuando exista la
disposición a mirar el mundo interno, conocerlo, comprenderlo, aceptarlo
y transformarlo.
En una misma relación de pareja, es posible elegir y tener un mejor vínculo.
Esto será posible si hay la capacidad y la disposición
para tolerar y aguantar malestar, mientras se define qué es lo
que requiere cambio y, si buscan juntos, las maneras de modificar aquellos
aspectos que empobrecen dicha relación. De esta forma,
podrán fortalecerse las bases del vínculo, construirse
nuevos proyectos, renovarse los intereses, las ilusiones, el amor y la
pasión. El amor se crece en esa experiencia de tener la libertad
de elegir pareja dentro de la misma pareja.
Mientras no tengamos concientes “nuestro edipo”, elegirá nuestra
historia familiar o solamente nuestro inconsciente. Tomar conciencia,
analizar y trabajar emocional y mentalmente lo que ello implica, será la
oportunidad de ser dueños de nuestro presente y de nuestro
destino.
En la relación que se establece con el analista o con el terapeuta, existe
la posibilidad de vivir un nuevo vínculo que deje diferentes
huellas y alumbre nuevos caminos. La nueva experiencia de relación
de contención emocional y mental, ofrecerá nuevas introyecciones
e identificaciones, dando oportunidad al crecimiento y a la evolución,
lo cual repercutirá favorablemente en las relaciones humanas.
Finalmente, desde el lugar de padres, nos toca la responsabilidad de comprender
y conocer cuánto influye “el Edipo”en la estructuración
de la mente y en la vida de los hijos, para transformar aquellos aspectos
que perjudiquen su desarrollo emocional y mental y fortalecer aquellos
aspectos buenos que estimulen la búsqueda del conocimiento y la
verdad, y así, dejarles unas mejores huellas en su tránsito
por la vida.
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de Medicina, Universidad Central de Venezuela
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